Arte:

Que se despierte la magia

tanto en obra como en papel,

que la tela se convierta

en pájaros de brillantes colores,

y el grafito en retoños cargados

de la mismisima vida en flor;

que el collar de cuentas

se transforme en nubes

y suelte tu cuello

para hirce a volar con el viento,

que las notas se distorcionen

para sonar al compaz del latir del corazón,

para que ésta música recorra los mundos

y nos deje resonantes,

inmersos en la danza de la inspiracion.

Carta de una madre a su hija:

Será el viento hablando a mis espaldas

o la lluvia que no a dejado de dictar

gota a gota lo que en el techo blando

parese ser un dictamen del más allá.

Sólo se que la firmeza de mis pasos se ha de quebrantar,

y que la llama que insendiaba a mis ojos

haciendolos ver de su distintivo color,

los ha dejado tiesos y los rodéa con el fuego en un rincon

amenazandolos con dejarlos ciegos.

Mi mano tendida aún recuerda

el calor de estender y doblar, de fregar y acomodar,

de las caricias en el rostro, de tu mano y mi mano,

de arruyar, de los grandes abrazos de papá y mamá.

Que pena tan grande no poder llorar,

ni expresarte con sonrisas la alegria

cariño mio de escucharte hablar.

todavia tengo la duda de no saber hacia donde voy,

pero llevo conmigo la certeza de que este donde este,

nunca dejare de escuchar tu voz,

no te silencies preciosa,

a tu lado siempre estoy.

Pequeñas imágenes:

Voy a cambiar mi nombre

para aprender a pronunciarme,

a llenar mis manos de acerrín

para poder sentir

la suavidad de los pétalos de una rosa.

Trastorno de una organizadora de fiestas:

No hice nada para ti

una vez más te olvidé,

en la rádio una vieja cancion sonaba

y recordé que ésta noche vendrías

con el resto de la familia,

y que no habría absequio para tí.

Un més entero planeando la fiesta de navidad,

las copas ya estan contadas y separadas,

la comida reposando en la heladera,

el pan dulce sin frutas para mi hermana

y el de chispas de chocolate para mamá,

los confites de colores para los mas chiquitos,

ya estaba decidido quien los distraería mirando el cielo

para que el abuelo tan terco como siempre fuera él

quien a urtadillas pusiera los regalos en el árbolito.

Repasé en mi mente una y otra vez a cada uno de los que vendría

e indudablemnte te conté,

porque hay 20 platos y 20 pares de cubiertos en la mesa

pero no te anote en mi lista de regalos

no porque no quisiera hacerte un presente,

en esta noche en donde los errores se perdonan

y los rencores se calcinan a la luz de los fuegos artificiales.

Sino porque simplemente no te recorde,

me olvidé de tí querido primo

y aún no lo puedo creer.